domingo, 5 de febrero de 2012

Somos un incendio sin control.
























Aquel día ardimos tú y yo. Y nos convertimos en ceniza. Ardimos como el Windsor, de repente, sin explicación alguna. Ardieron los abrazos, y el cielo que cubría nuestras cabezas. Nada  se pudo hacer frente a las llamas, NADA. Desde entonces pasamos a ser dos extraños, completamente desconocidos, porque, como todo el mundo sabe, las cenizas se las lleva el viento. Quizá algún día seamos como el Ave Fénix. Resurgiremos de nuestras cenizas, de repente, sin explicación alguna

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