jueves, 16 de agosto de 2012

Te hiero mucho.

La vida son ironías en forma de capicúa. Y más tarde o más temprano todo vuelve al punto inicial. La meta se parece al punto de partida, y el camino solo sirve para llegar a comprender el inicio, o quizás aceptar el final.

A partir de aquel día no hubo más tardes de incendio. Ni domingos astrománticos. Tampoco volvimos allí donde solíamos gritar.

Estoy segura de que has intentado borrar esos momentos de tu mente, o quién sabe si ya lo habrás conseguido.
Pero ahora te pregunto, ¿Y quién dijo que tienes que olvidar?
De hecho todavía espero tu segundo asalto.
Aún vive el monstruo, y aún no hay paz. Son ese tipo de sensaciones con las que uno tiene que aprender a convivir, hasta el fin.

Y sigo pensando en que no quiero crecer más.
Y sigo queriendo romper tus ventanas.
No te aconsejo que te relajes.

Sí.
Voy a romper tus ventanas, y voy a entrar como el aire.

No hay comentarios:

Publicar un comentario