jueves, 10 de mayo de 2012

Segunda guerra entre cabeza y corazón.























Al borde del precipicio, entre la espada y la pared.
Peor que los sueños huecos, que el olor a tabaco, un trago de agua salada o las comedias romáticas;
Peor que un nudo en la garganta, menos cuando lo provocas tú.
Los dos pies a un milímetro de catorce metros de caída; pero ya los metros me dan igual. El corazón a cien por hora, respiración entrecortada. Los ojos de los que tanto he hablado, hacia abajo, indecisos.
Las olas contra las rocas, destrozándolas pedazo a pedazo, golpe a golpe. Maldita casualidad.
A estas alturas las decisiones no sirven para nada, ni tampoco las palabras. En realidad ya poco importa.

Saltar o dejarse caer.
Si quieres, saltamos.

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